No será una crema carísima la que le dé un aspecto radiante y juvenil a tu piel.
Tampoco será ese cuarto café el que te permita llegar a la cena con buen humor. Ni siquiera será ese “súper-alimento” amazónico el que logrará que saltes de la cama con ganas de comerte el mundo. No. Pero un rendimiento mitocondrial óptimo, sí.
Imagínate que vas conduciendo tu querido coche cuando el motor empieza a fallar. Pisas a fondo el acelerador, pero al pobre parece que le falta el aire y no tira. Reconoces estoicamente que algo anda mal y decides actuar. Tu estrategia para reparar el motor no sería una “limpieza y encerado”. No. Una carrocería reluciente no implica un rendimiento óptimo.
Pues las mitocondria son los “motores” de las células y las últimas responsables de que tengas energía, vigor y salud. Y si ven mermado su acceso a todo aquello que necesitan para funcionar en óptimas condiciones, lo acabarás notando antes o después.
Y las mitocondria necesitan que duermas por la noche, un sueño profundo y reparador. Necesitan que te bañes en luz natural durante el día. Necesitan que respires aire lo más limpio posible tan a menudo como buenamente te puedas permitir. Necesitan que te muevas, cada día. Necesitan que no las sometas a un estrés perpetuo. Necesitan que las nutras. Resumiendo, necesitan que te quieras.
No existe ninguna píldora mágica que puedas tomar para contrarrestar un déficit en cualquiera de esas necesidades pero, afortunadamente,
optimizar tu salud mitocondrial, te optimiza a ti
La salud mitocondrial será uno de los pilares de la medicina del futuro. Sácale provecho a lo que ya sabemos sobre ellas a día de hoy, en su propio beneficio… y en el tuyo.