No te voy a pedir que pases hambre, ni que peses tus raciones, ni, por supuesto, que cuentes calorías. Tampoco te voy a mandar un vetusto menú semanal hipocalórico con cinco estrictas tomas diarias. No. Te voy a pedir que le des un vuelco a tu vida.
Las dietas óptimas universales no existen.
Descubre la tuya.
El sobrepeso no es consecuencia de la gula y la pereza, del (desafortunadamente) célebre “comer mucho y moverse poco”, no. Es un trastorno metabólico con un trasfondo mucho más intrincado que el recurrente “calorías que entran” menos “calorías que salen”. El metabolismo es un complejo engranaje de reacciones (regulado por mensajeros bioquímicos, básicamente hormonas y neurotransmisores) que depende tanto de la genética que te haya tocado en suerte, como de la plétora de factores que influyen sobre ella (léase dieta y disponibilidad de nutrientes, exposición a tóxicos, nivel de actividad física, historial médico y farmacológico, nivel de estrés, calidad del sueño, sincronía del ritmo circadiano o composición de la microbiota intestinal), tanto directa (modulando la síntesis de los susodichos mensajeros bioquímicos) como indirectamente (a través de mecanismos epigenéticos que repercuten sobre la expresión de los genes).
El metabolismo es en extremo complejo.
Y cualquier “régimen” o caduco menú hipocalórico que no contemple esta complejidad está condenado a ser una tortura muy poco efectiva.
Así que si los números que marca tu báscula y la talla de tu pantalón no paran de subir con cada año que cumples, presta atención a tu cuerpo. Te está hablando alto y claro. Te dice que está malnutrido, que la dieta que sigues ni le nutre, ni satisface sus requerimientos. Así que te manda señales de hambre continuas a las que, con total independencia de tu fuerza de voluntad, acabas por sucumbir. El hambre siempre gana
Tienes que encontrar tu dieta óptima, aquella con la que tus genes se sientan cómodos y tus células obtengan los micronutrientes que necesitan para sosegarse y prosperar. Y debes serle fiel… no durante un mes o hasta que pierdas los kilos que te sobran. No. Si no quieres volver al punto de partida, no vuelvas a lo que te llevó a él.
Las recaídas serán inevitables, pero te ayudarán a volver al camino con más determinación y una motivación renovada.
Y llegará un momento en el que te encontrarás tan bien que sacarte de tu dieta óptima requerirá un huracán de fuerza 5, porque ese bollito de crema… ni siquiera te apetecerá.